La Serra de Tramuntana es uno de los lugares más mágicos y atractivos que se pueden visitar en Mallorca. Situada en la parte noroeste, debe su nombre al emblemático viento que sopla en esa dirección y que condiciona en buena medida el carácter morfológico de la zona y los usos y costumbres de sus habitantes. Constituye la alineación montañosa más grande de Mallorca, siendo el espacio natural más extenso y con un gran valor ecológico y medioambiental. Tiene una longitud aproximada de 90 kilómetros, desde el cabo de Formentor en Pollença hasta el cabo de Sa Mola en Andratx, con una amplitud media de 15 kilómetros. Aquí se pueden apreciar algunas de las especies endémicas de la isla, como el carrascal de montaña en las zonas más elevadas. En la Serra de Tramuntana se llegan a registrar unos 14 días de precipitaciones anuales en forma de nieve, lo que en conjunto proporciona una variedad climática y un amplio abanico de posibilidades de ocio incluso en invierno.
Patrimonio Cultural de la Humanidad
La huella del hombre ha quedado ligada a la Serra de Tramuntana durante siglos, con numerosos lugares de gran valor etnográfico y cultural. Por ejemplo, los bancales (marjades en mallorquín), un auténtico regalo para la vista que ha servido a lo largo de la historia a los payeses mallorquines para convertir inhóspitos acantilados en zonas fértiles y cultivables. Su magia aumenta proporcionalmente debido a que fueron construidos sin ningún tipo de ayuda mecánica, revistiendo muros de piedra durante largas y duras jornadas de trabajo. Hoy en día, el paisaje resultante es espectacular, lo que unido a otros elementos igual de reconocibles como las casas de nieve para el aprovechamiento del hielo o los hornos de cal, le otorga a esta zona un incalculable valor. No en vano, todo ello le ha valido para obtener el reconocimiento por parte de la UNESCO como Patrimonio cultural de la Humanidad.
Pueblos de estampa
Los numerosos caminos que formaban la red de comunicaciones de la Serra son, hoy en día, un regalo para los miles de senderistas y amantes de la naturaleza que visitan la zona. Pueblos pintorescos como Sóller, Deià o Fornalutx constituyen una paso de obligada visita para todo aquél que llega a Mallorca, por sus empinadas y empedradas calles, sus típicas persianas mallorquinas, sus entornos con olivos, pinos o algarrobos centenarios, sus construcciones en piedra y un encanto especial que hace que desconectes de cualquier injerencia externa. Por su valor medioambiental, etnográfico y cultural, sin duda que Mallorca no sería la misma sin la Serra de Tramuntana.