La celebración de la Semana Santa llena las calles de Sóller de un sabor tradicional que conjunta raices cristianas con ancestrales costumbres logrando una curiosa fusión de misticismo y cultura popular.
El momento culminante de estas expresiones son -sin lugar a dudas- las típicas procesiones de nazarenos que con sus curiosas vestimentas peregrinan por las calles del centro de la localidad en penitencia por los excesos realizados al largo del año.
El municipio de Sóller se caracteriza por tres solemnes procesiones que se celebran las noches del Jueves y del Viernes santo; y la mañana del dia de Pascua.
La procesión del Jueves Santo es la más larga de todas y se inicia ya entrada la noche recorriendo la totalidad de las calles del centro de la villa: en ella participan la totalidad de las cofradias de nazarenos -diez en total con más de un millar de penitentes. A diferencia de esta, la procesión del Viernes Santo se dedica únicamente a recorrer las calles que circundan la plaza de la Constitución -realizandose también a primeras horas de la noche- llenando las calles de un fervor religioso que subyuga incluso a los que no participan de manera activa en las procesiones.
El olor a cera, la música de los tambores, el silencio de los penitentes, las extravagantes vestimentas y la música ceremonial de la Banda Municipal confieren a estas manifestaciones religiosas un halo de misticismo difícil de olvidar.
La última de las procesiones de Sóller se celebra a primera hora del dia de Pascua y tiene como objetivo el encuentro de Jesús resucitado con su madre en la procesión llamada de “L’encontrada” -El encuentro. En esta procesión no participan los penitentes pero en ella tiene lugar el cántico del “Regina caeli” -canción popular y exclusiva de la localidad con la que los sollerics alaban a Cristo resucitado.
Sea como sea, la Semana Santa de Sóller reviste un color y un acento especial que es todo un valor añadido para los turistas que durante estos dias hayan decidido pasar unos dias en el Hotel es Port ya que a la visita puramente turística se le añade un contenido cultural de primer orden.