La producción de calzado de nuestra isla es conocida y valorada a nivel mundial, compitiendo con la industria más innovadora del momento. La compañía CAMPER es un claro ejemplo de este éxito. Pero el germen de este triunfo tiene su origen en una producción más local y artesanal de siglos de tradición. Sabemos que en el periodo islámico de la isla, el cuero que se exportaba de Mallorca era uno de los más valorados en Al-Ándalus y ya en el siglo XIII, en época cristiana, se creó una primera organización del oficio del artesanado del zapato.
Hoy en día aún se conservan algunos artesanos que fabrican de forma tradicional los zapatos típicos de nuestra isla. En el Valle de Sóller tenemos la suerte de conservar uno. La tienda de Ben Calçat, ubicada en la Calle de la Luna en Sóller, hace honor a siglos de tradición y sabiduría, conservando los conocimientos que se han transmitido de generación en generación. La fábrica/tienda de producción local se fundó en el año 1975. Inicialmente se dedicaba a la elaboración de todo tipo de objetos de piel (bolsos, cinturones, etc.) y se fue especializando paulatinamente en el calzado típico isleño.
¿Y a que tipo de calzado nos referimos cuando hablamos de zapatos mallorquines?
En primer lugar podemos distinguir dos tipos de calzado, el de piel y el de esparto. El de esparto, mucho más barato, estaba dirigido a las clases más humildes. Se componía de una suela hecha con un trenzado de fibras vegetales y una parte superior, para el pie, realizada con tela. Así se conseguía una espardenya.
El calzado elaborado en piel, aunque también destinado en parte a la clase humilde, era de mejor calidad y resistencia. La suela se realizaba con un material duro, hoy en día de goma, y el resto de cuero. Existen diferentes modelos.
Las “Porqueres” tienen su origen en una leyenda, la cual cuenta que un pobre ibicenco
que vino a Mallorca se le rompieron los zapatos. Como no tenía dinero para comprarse unas nuevas, cogió una rueda de coche viejo y un trozo de lona se construyó las primeras “porqueres”. Otros modelos son las botas mallorquinas, las botas patateras que de origen se usaban para la recogida de las patatas, ya que su acabado no permitía la entrada de tierra en su interior, y finalmente, las fraileras.
Estos últimos años otro modelo tradicional, de origen Menorquín, que se ha introducido en nuestra industria zapatera, las albarques. Son muy apreciadas en verano, ya que son muy frescas y cómodas.