El valle de Sóller, cerrado por una imponente muralla de montañas, se ubica en el mismo corazón de la Sierra de Tramontana. Su peculiar orografía ha proporcionado una riqueza paisajística incalculable, que ha sido aprovechada y moldeada por el ser humano desde su llegada a la isla. La simbiosis entre naturaleza y patrimonio ha creado un gran conjunto de rincones bucólicos, que a veces pasan desapercibidos al ojo del visitante y que hay que conocer, puesto que se trata de escondrijos que forman parte del paisaje declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Por este motivo, nuestra intensión es darlos a conocer.
Una primera toma de contacto con nuestro valle serian los núcleos urbanos. En primer lugar, cabe destacar el pueblo de Sóller, el núcleo urbano más importante de toda la Sierra de Tramontana, tanto por su superficie como por su historia. Perderse por sus tan diversos barrios permite al visitante retroceder a diversas épocas, entre las que se halla la medieval, la modernista o la industrial. Los contrastes entre estas diferentes zonas muchas veces pasan desapercibidos para los foráneos, ya que es habitual pasear solo por el entorno que rodea la plaza de Sóller. Por este motivo se recomienda visitar la volta piquera, la torrentera o l’Alqueria des Comte, espacios más alejados del centro pero que poseen igual interés.
Hacia el mar, entre Sóller y el puerto de Sóller, se encuentra el barrio de l’Horta, un lugar único. En el, aún se pueden observar los huertos llenos de naranjos, limoneros y otros árboles frutales típicos de la zona, además de pequeños huertos familiares para el cultivo de hortalizas como tomates, pimientos, berenjenas, etc.
Ya en el Puerto de Sóller otra zona que no debemos dejar de lado es el antiguo barrio marinero de Santa Catalina, un lugar que merece un tranquilo paseo hasta su cima, donde desde el mirador llamado de la Miranda, lugar donde se ubica un antiguo oratorio del siglo XIII, se tiene una indescriptible vista del Puerto y del mar.
En dirección a las montañas, a tan solo cinco minutos de Sóller, se ubican dos pequeños núcleos urbanos, Biniaraix y Binibassi. Lugares donde el tiempo parece que se ha detenido para transportarnos a otras épocas pasadas. Sus casas típicas mallorquinas, sus calles estrechas, irregulares y empedradas nos evocan a su origen sarracénico.
Y para finalizar esta primera inmersión en los rincones del valle, no debemos olvidarnos del pueblo vecino, Fornalutx. Uno de los tesoros más bien guardados de nuestra Sierra de Tramontana, que permite al visitante, por un momento, regresar a lo que era Mallorca antes del boomturístico. Fornalutx es la meca de un arte popular hoy en día desaparecido, el de las tejas pintadas, que aun pueden observarse en las cornisas de numerosas casas.