Tanto el inicio como el final de las estaciones del año, siempre han estado marcadas por transformaciones en el medio natural. Dichos cambios pueden observarse en las variaciones de las costumbres en los animales, en la caiga del follaje de algunos árboles o en el crecimiento de algunas hierbas o flores. Este conjunto de cambios, que a nuestro parecer no nos afectarían, han sido cruciales para marcar las pautas gastronómicas de nuestra cultura mallorquina. El hecho de que la naturaleza en cada momento del año nos proporcione unos recursos alimenticios, hace que en cada momento del año gocemos de unos platos culinarios diferentes. Hoy en día, con la globalización de los recursos, uno puede comer prácticamente cualquier producto en cualquier época del año, aunque debemos entender, que nuestra herencia culinaria mallorquina viene de épocas donde el calendario marcaba la dieta.
En Sóller, a parte del acortamiento de los días, la celebración de las fiestas patronales de San Bartolomé y la llegada de las primeras lluvias, otro elemento indiscutible que nos marca el fin del verano es un pez, la lampuga nombre que refiere a su aspecto dorado, verdoso y anacarado; muy apreciado en nuestra comarca.
Es típico en casi todas las islas mediterráneas como Sicilia, Cerdeña, en islas tunecinas y en Malta donde su denominación es muy parecida a la nuestra: lampuki.
Es un pescado graso que se prepara como el atún, se puede freír, hacer a la cazuela o en el horno, aunque una de las recetas más típicas y nuestras es la de la lampuga con pimientos, presente en muchos de los manuales de cocina típica mallorquina. Es un plato de otoño, a partir del mes de septiembre que es cuando el pimiento rojo es más excelente.
Los ingredientes de este plato serán: tomates bien maduros, ajos y una ramita de albahaca; que junto a los pimientos ennoblece a la lampuga.
Este deliciosa pez puede degustarse en el día de la cocina mallorquina, que celebra el Hotel es Port.